No he podido nunca dedicarle un post por cuestiones profesionales. No me ha dejado.
Y es que Emejota (MJ), como así la conocemos los comentakas, siempre me ha demostrado su profesionalidad, sabiendo separar la confianza personal con su trabajo.
Así pues, nunca he sabido, salvo detalles puntuales, sus gestiones de despacho. Pero sí la he visto a pie de calle, donde esta mujer vale su peso en oro.
He podido ver como sufría con algunos de los casos más duros que hemos vivido aquí. O cómo implicaba sus emociones como un familiar más. Y como hacia amigos, que aún conserva, de lo que a la práctica no dejaban de ser sus clientes, por encima de intereses. Porque MJ ayudaba fueras de la marca que fueras.
La he visto resolver con educación y acierto conflictos de usuarios descontentos, sin perder jamás la sonrisa.
En este tiempo hemos compartido ideas de esas difíciles de entender en un mundo demasiado superficial, algunas de las cuales han salido aquí.
Hemos visto y leído a la vez series y libros.
Hemos compartido pasión por Barcelona, por Gaudí, por fotografiar espacios y edificios.
Pero sobre todo nos hemos admirado mutuamente, sin prejuicios ni tapujos propios de ideas trogloditas, por encima del qué dirán.
Hace unos meses tuvimos el placer de convivir con ella unos días en Barcelona, e incluso durmió en mi casa.
Pude hacer realidad su sueño de disfrutar a tarifa plana de Pumba -su tercer perrito tras sus Niko y Romi- porque adora a los animales. Y ellos a ella.
Y compartir tertulia, aunque confieso que más con Lucía que conmigo -temas femeninos donde aún no llego, jejeje-.
Y con todo eso jamás conseguí sacarle un secretito coclear, de esos que aún son ciencia ficción, lo que demuestra su fidelidad y su grandeza.
MJ ha dejado de trabajar para esta marca, por motivos que, lo juro, aún desconozco.
Espero y deseo que en su próximo proyecto profesional tenga la oportunidad de seguir ayudando y mostrando su impresionante humanidad.
Gracias, María José, por ser mi AMIGA.