Y yo viendo que no para [humor inteligente, no tjd].
Esta mañana fui a que mi amigo Ferrán me cortara el pelo [ya era hora, eras el mismísimo doble del Punset].
De camino, me llamó la atención un parque de juego para niños, con su tobogán, vacío, y sus columpios, vacíos.
Qué triste es un parque cuando llueve [qué ñoño].
Para quitarme esa imagen de la cabeza [y el pelo después] me puse a pensar [ya tardabas] en la sensación de alegría que nos daba llegar a un parque, saber que experimentarás nuevas vivencias agradables [a ver por dónde sales] y que pasarás un buen rato [si no aparece el típico fuertecito que se pone delante para no dejarte subir].
Esa "sensación del parque" [ale, otro bautizo] nos acompañará en distintas ocasiones a lo largo de nuestra vida [jdr, esto es la semana bucólica!].
Por ejemplo de joven cuando llegas a la discoteca como los taxis: libre y con vacío interior [y el depósito lleno].
O cuando entras a la fiestaza de cumpleaños de tu colega [antes de ver que la rubia tiene dueño].
Esta semana, Juanan ha recordado lo que hacemos los recién conectados al llegar a casa, como si fuera el parque, nos ponemos a escuchar los ruidos domésticos por la cocina, los vasos al chocar, las puertas al cerrar, los cubiertos al guardarlos, los pitidos del microondas [hasta que habla alguien y se jode el invento, claro].
La misma sensación que al llegar a las kedas.
Por cierto, se acaba el año y llevamos pocas.
Me apunto a la próxima!
Ni hablar
