Día 528. Tarde con Esteban

En las horas previas a la verbena de San Juan tuve que llevar a mi querida esposa a una dirección cercana a Port Vell (puerto viejo).

La gestión le iba a ocupar un par de horas así que me fui andando por el Paseo Juan Bosco, valga la redundancia.

Este paseo, situado entre el puerto (el viejo, no el "olímpic") y la playa de la Barceloneta es una zona de paso imprescindible para turistas, a lo que me apunté como uno más, cámara de fotos (móvil) en ristre.

De bien jovencico pasábamos a menudo por allí, camino del Rompeolas (espigón) para ir a pescar.

Ya de más mayor, iba al Rompeolas a contarle al mar alguna pena. Era mi rinconcito, como seguro tendréis alguno secreto muchos de vosotros. Hoy día el Rompeolas está cortado para uso portuario.

Mientras caminaba pude hacer alguna foto a mi yate.

Bueno, no es del todo mío, pero seguro que es de alguno que ha hecho fortuna con el dinero de todos, porque trabajando no creo.

A unos pasos me encontré con Esteban Comío, el de madera.

Y dirás: Un primo lejano de Pinocho?
Y diré: no, el de la foto

El tiempo soleado, pero con brisa fresquita, invitaba a pasar un rato sentadico, previa compra de un heladico a modo de homenaje. Al pedirle un cornete de limón al camisetero camillero de la caseta de Camy, me quiso dar un granizado y estuve a punto de decirle algo como "¿quéeeeee, a que jode no entender un pijo?".
Era chino.

En situación idílica (y finita, por desgracia) me dispuse a seguir con el volumen 2 de las aventuras de la Salander. Curiosamente mientras estaba a camino entre Barcelona y Estocolmo recibí un mensaje de una amiga (nuestra) que partía en breve hacia la capital sueca. Una sincronización. Otra.

Levantaba la mirada para ver las chicas que pasaban en bikini y bicicleta de vez en cuando a menudo. Parece que algún chico también pasó.

Hay que ver la de gente que se empeña en ponerse ruedas debajo de los pies, pa matarse. Observé esto en patines, patinetes, skateboards, bicis (con chicas) y carritos tandems taxis con ruedas comosellamen.

Me llamó la atención (sacándome de Estocolmo) un grupo organizado en segways. Tengo que probarlo un día a ver si mi equilibrio no me la juega como a Bush.

Pero lo más cachondo es que me pasara a escasos centímetros (mira que tenía acera) Luisito, el famoso "hombre elefante" que camina desnudo por Barcelona. Y lo de elefante no va por tener unas grandes orejas precisamente, nada que ver (pero nada) con la trompa de Shinchan.

Me pasó tan cerca que apunto estuvo de llevarse por delante mi libro con su cilindro. Con la botella que llevaba en la mano, me refiero. Un MMD en toda regla (o menstruación, que no sería el caso).

De vuelta a por mi chica, aparqué junto a un edificio con un grosero cartel en imperativo

No me gusta que me manden.

PS: Y dirás "y la verbena"?
Y diré: la dejamos para mañana, que hoy era laaaaaargo.

Y el post también ;-)