Día 294. El hombre que sabía demasiado

Este finde ha sido agotador en cuanto a ejercitar el orejo.

Si eso se transformara en gasto de pilas, seguro que me hubiera (o hubiese) cargado un par de rodanchas, tanto por la frecuencia de las conversaciones, como por el volumen.

Y hoy de vuelta a pisar teclas y no hablar prácticamente con nadie.

Y me pregunto: ¿es ésta la mejor profesión para mi rehabilitación?

Y me respondo yo mismo: pues no, pero es la que tengo. Y lo malo es que me gusta.

No sé hacer otra cosa. Incluso haciendo las facturas (soy autónomo) me equivoco casi siempre, soy un torpe.

Pero al igual que a Richard Clayderman, las teclas me apasionan.
Y me evaden, las muy simpáticas
Y me absorben, las muy kab…

Creo que nunca conté aquí mis años universitarios y el Coocle me confirma que no (y si me repito, conozco a dos tikismikis que darán el aviso rápido).

Pues allá van …

…

Yatá
Y dirás: Comoqueyatá , no los quieres contar?
Y diré: Ya lo he hecho, no hay más

Acabé mis estudios de COU y la selectividad (con un 6.6, dime lisssto) y tuve que ponerme a llevar el negocio familiar por la enfermedad de mi padre, cortando así con la racha de sobresalientes y matrículas a la que estaba malacostumbrado.
No hubo años universitarios, ni fiestas de graduación.
A los 23 dejamos el negocio y mi hermana y yo nos buscamos la vida.
Trabajé en un laboratorio de pinturas y en esos años hice un curso de Basic, un lenguaje de programación de ordenadores.
A los dos meses era yo el profesor, dime lisssssto otra vez.
Estuve muchos años dando clases variopintas de ofimática hasta que me especialicé en diseño asistido por ordenador (que si, que ya lo conté aquí, uf que difícil se me hace no repetirme ya).
En la media vida que llevo de informático he adquirido muchos conocimientos de forma autodidacta que me han permitido, entre otras muchas cosas, hacer este blog diferente al resto (y no es modestia).

No envidio a los que tengan estudios. Mi única carrera es la que hago si se me escapa el metro (con una mano en el orejo, claro). Soy lo que se llama un made-self-man (hombre creado a sí mismo), que no hay que confundir con los antiguos muñecos madelman.

A diferencia de ellos, odio los calzoncillos blancos.
Y yo sí que tengo pies.