Día 708. Pepelo, el del bombo

El 22 de Diciembre es un día especial, el día de los bombos.

Cuando teníamos el bar, durante 15 años, la mañana del 22D, rompía la monotonía diaria.

Ya desde la conexión temprana, en la primera (y única) cadena, con los preparativos de meter las bolitas en los bombos, los clientes estaban pendientes de la tele, y no se hablaba de otra cosa: de si terminaría otra vez en 5, de si lo habría vendido Doña Manolita (suerte que con los años se traslado a Sort, Lleida, Catalunya) o de si sería madrugador.

Todos compartíamos la ilusión de ser millonarios, o, al menos, de darle un pellizquito a la diosa fortuna.

La cantinela del "veinticinco miiiiiil pesetaaaaas", (que luego serían cincuenta mil, cien mil,... y que hoy son, creo, mil euros) duraría toda la mañana, intercambiándose con las escenas de felicidad de los ganadores, descorchando el cava.

Al día siguiente mirábamos la lista en el periódico, (una consulta que hoy día se puede hacer al poco tiempo en internet) y pronunciábamos la frase más repetida del día: "joder, ni el reintegro", procediendo a la tradicional rotura de décimos, que llenarían los ceniceros del bar.

Mañana, para mí, será más especial que nunca.

Me despertaré con la ilusión de llevarme un buen premio, sabiendo que, mucho o poco, me toca.

En mi bombo particular habrán 4 bolitas.

La del 6. El mínimo, que no deja de ser bueno, y más de lo que tenía. Si no hay más remedio me conformaré y lucharé por darle el máximo rendimiento a este premio, pensando que siempre podía haber sido peor.

La del 7. Mi número favorito, que espero no lo sea mañana, y que sea superado, claro. Aunque sería un muy buen número con el que batallar, también.

La del 8. El deseado, al que llevan todos mis presentimientos, que deseo no sean traicionados. Una premonición que me persigue (en formas de 88), pero siendo consciente que se la juega en el bombo con los demás números. Qué bonito si fuera cierto.

La del 9. El más lejano. Probaré a estirar el brazo a ver si consigo tocarlo, aunque no está fácil. Un nueve que nace de una posibilidad remota, pero que entra en el bombo con los demás.

Salga la bolita que salga, piten los electrodos que piten, lo que deseo para el próximo año es que estén estables y rindan.

Todo lo contrario a mí, que, con el premio que sea, no pienso rendirme.

Que la suerte me acompañe !