Día 662. La sala oscura

Madrugué para que me ayudara Dior y para hacerme la analítica (que no viene de ano, afortunadamente para mi anatomía íntima trasera).

A punto estuve de meter la pata y de ponerme a desayunar al salir de la ducha. Ya lo hice una vez (¿comorl? pozí) y hoy tenía la excusa del empanamiento mental del madrugón.

Salí de casa de noche. Por las calles no pasaba ni el barrendero (¿ya no madrugan estos?).

Al llegar a Can Ruti, casi nadie tampoco, acostumbrado al tráfico humano habitual, sólo roto por el kioskero que colocaba las revistas y el de la caseta de la Once (y yo doce) con sus numericos.

Subí a la primera planta siguiendo las indicaciones "análisis clínicos" que me llevaron hasta una sala en semipenumbra con más de 30 personas (estaban todas aquí!!!!) mirando al oscuro mostrador.

Saqué número. El 17. No me cuadra.

Mientras esperaba la entrada triunfal de las administrativas me dediqué a la estadística tonta: 34 personas sentadas (todas de cara al mostrador, como si estuvieran en un cine, excepto yo, dime original), 5 de pie, 22 con gafas, 31 jubilados (con cuatro dudas) y 2 roncando.

El alboroto al unísono de media sala me indicó que habían llegado ellas, las más deseadas.

No dominaba las instrucciones del juego, pero entendí que primero tenían que apuntarme informáticamente en el mostrador y luego me llamarían desde una de las 4 puertas (ya estaban empezando a llamar).

Al llegar mi turno (en pocos minutos) y acercarme a la admin vi que había un papel junto a su mano con dos nombres, y uno era yo.

"Soy uno de los elegidos !!!!", pensé. Pues no, simplemente habían dos preoperatorios.

Tras el "espera a que te llamen" le digo si me podía orientar de en qué puerta me llamarían, porque no oigo bien. Me dice que no, pero que no tardarían.

Creo que hago bien en dar estos avisos y no querer ir de sobrao, aunque alguno pueda entender que voy de víctima.

Al salir uno de los pacientes, la puerta ha quedado abierta frente a mí. Pude ver a la de admin (que había acabado con la cola del mostrador y había salido a estirar piernas) que le decía a la auxiliar de dentro algo, señalándome. Luego ha salido por otra puerta y me ha dicho "ahora te llaman" (el papel de victima ha servido!)

Y así ha sido.

La extracción ha durado un minuto (o menos). Qué práctica la aguja con jeringa intercambiable. Plis, plas y tres tubitos llenos.

A las ocho menos cuarto estaba en casa desayunando.

Pues igual sí que es verdad eso de que a quien madruga Dios le ayuda.

Y eso que tiene trabajo con los preparativos de la visita a mi ciudad de Su Santidad, "Susan" pa los amigos.

Con todos mis respetos, no me cuentes entre ellos.