Día 616. Nérdotas de un sordo XII

Pues andaba acabándose este lunes gris sin ningún acontecimiento digno de ocupar unas líneas en este tu blog, cuando sucedióme lo que a un pescador terminando su jornada con el cubo vacío de peces, teniendo una picada de última hora, que sus paso a relatar, recuperando el viejo título póstumo (de post, kicir) de "nérdotas de" con las que tan buenos ratos discurrimos en un pasado cercano que... [EMPIEZA YAAAA!!!].

Vale. Procedo. Pirdún.

La lluvia que moja

Esta mañana no cogí paraguas, porque no llovía. Me lo dejé olvidado en el coche, y me daba pereza ir al parking a buscarlo. Además tenía esa marca común del 70% de paraguas que veo por la calle: la lona desenganchada de una varilla.

Así que salí sin él y no me hizo falta. El cielo parecía avisarme de que quería mojarme antes de acabar el día. Y así fue.

Al acabar mi jornada laboral, me encontré con un chaparrón de muerte. Tenía dos opciones: correr hasta los ferrocatas, 112 metros (lo cual no solucionaba el problema porque necesitaba paraguas para los 172 metros de transbordo externo de la calle Pelayo, o los 339 desde el metro hasta mi casa) o llegar hasta el chino más cercano, a 48 metros (datos de Google Maps, eh?).

Me decanté por la segunda, a comprar un paraguas que fui.

Tengo varios motivos para comprar los paraguas en el chino. Uno, el precio. Dos, que no pienso gastarme más en un paraguas para que me lo jd el viento, para perderlo, o que me lo quite Abel (para perderlo él). Curiosamente el valor del paraguas es inversamente proporcional a la capacidad de quedarse en un paragüero. En el caso del paraguas de los chinos nunca se pierden, se estropean antes.

Después de hacerle repetir al chinico "dosconsincuenta" tres veces (tlé) porque lo confundía con "doseconsincuenta" (pensé: este listillo y pálido oriental quiere hacer hoy su agosto) salí con mi "palaguas" a comprobar si más que "palaguas" era un "cala-aguas".

No sería la primera vez que un "palaguas" no cumple la misión para la que fue inventado (y así se le llamó). Además, por la ley de Murphy que yo he sufrido en alguna ocasión, siempre llevas el paraguas en el bolso excepto el día que llueve, que te lo dejas en casa. Y eso los chinos lo saben, los muy jodios.

Comprobado el funcionamiento correcto (able, siela, able, siela), procedí a hacer los 64 metros que quedaban hasta los ferrocatas, amortizando poco la inversión.

Esperaba, para ello, que en Pelayo lloviera, pero no fue así.

Ni en el trayecto del metro a mi casa, tampoco.

Peeeeeeeeero, me atrevo a dar un consejo.

En esos momentos de fin de lluvia, los cocleados tenemos dos opciones: una, guardarnos el mp7 en el bolsillo. Y dos, ante la posibilidad de ser acertados en pleno mp7 con un goteron traicionero de algún desagüe, recomiendo, por poco que llueva, llevar abierto el paraguas.

Aunque sea chino.