Día 437. La cabra

Hoy tocaba logopedar.

En el camino del aparcamiento al hospital, un par de chicos de raza gitana me han preguntado donde podían comprar tabaco, señalándome un edificio lejano. Les he dicho que allí no, que eso era el tanatorio, que allí estaban los que habían dejado de fumar. Se han ido persignándose.

Al llegar, Carmen ha cogido un teclado Yamaha de la estantería, y por asociación de ideas (raras) me he visto haciendo el espectáculo del órgano, la escalera y la cabra (creo que me tocaba el papel de la última), hasta que me ha aclarado que hoy tocaba ejercitar con notas.

Intrumento: Piano
Ejercicio: Distinguir secuencias diferentes con DO RE MI, por ejemplo DO DO MI RE DO, MI MI DO. RE RE DO RE MI, etc.
Resultado: He fallao bastantes. Tengo buen oído, y como dije en otros post, me he pasado muchos años relajándome en los ratos libres con un teclado Casio. Soy capaz de tocar, por ejemplo, el himno de la alegría, pero mecánicamente, sin distinguir bien las notas, convirtiéndolo en el himno del desafine.

Hemos probado con notas más separadas: DO FA LA SI RE.
He fallado menos, pero me sigue costando.
Así, ni RE LA MI DO, ni RE CHU PA DO, ni MI MIDO LA SOLFA, ni ná

Me estaba empezando a frustrar cuando hemos probado con un instrumento grave, una tuba o algo asinas.
Con secuencias de DO RE MI.

Las he acertado casi todas, ufffff

Es evidente que me falta distinguir los agudos, de ahí que las canciones que me suenan agradables sean las más rítmicas.

De vez en cuando recuerdo alguna canción y necesito buscarla en el yutú para regrabarla en mi azotea con esta nueva audición.

Por ejemplo, Imagination y su Music and lights (se pronuncia music and lais, música y patatas fritas, vaya).

Hoy me ha dado por Supertramp y su C'est le bon, muy aguda y con mucho piano, pero que tenía muy trillada.

De vez en cuando lloro en seco cuando no soy capaz de oír bien alguna canción de las que me encantan. La ventaja de llorar en seco (porque no tengo lágrimas) es que los sofocos pasan rápido y me busco una canción machacona que pueda reconocer bien, por ejemplo Pakito el Chocolatero, dime masoca.

Y es que la música está en gran parte de nuestra vida. Cuando la pierdes, se te van con ella muchas emociones guardadas.

Afortunadamente, los cocleados no la perdemos del todo, sólo hay que buscar las que siguen siendo agradables a nuestro nuevo oído. Y trabajar con ellas.

O incluso con nuevas, aunque no las sigamos bien.

No vivimos sin música, simplemente nos hacemos más selectivos.