Me alegro de vivir en esta etapa tecnológica. Además de porque me beneficio directamente de ello (y más que lo haré en el futuro), porque paso totalmente desapercibido. Estoy seguro que hace unos años sería un marciano. Hoy he comido en la barra de un bar lleno de estudiantes de instituto, al lado de la caja registradora. Han pasado como una docena y seguramente alguno se preguntaría si estoy escuchando a Estopa o a Radiohead. Pues no, pero pronto lo haré. O que hago comiendo macarrones con el bluetooth del móvil puesto, que parezco Marichalar en versión cutre.
Sólo una señora ayer en el metro, algo más perspicaz, lo miraba frunciendo el ceño como preguntándose: "hay que ver, estos aparatitos que no necesitan ya ni de meter un auricular en la oreja".
martes, 27 de enero de 2009
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