Día 792. Conversas en conserva

No soy un "buen" conversador.

Ni siquiera un conversador "normal". Soy, simplemente, un mal conversador.

No escribo esto buscando un poco de compasión en éste tu blog.

Porque seguro que dirás y/o pensarás: Pues escribir cada día un post no es de mal conversador, precisamente.
Y diré: Náquever

En mi (modesta) opinión, ser conversador es alguien que siempre tiene una palabra con la que llenar el silencio.

Otra cosa es la calidad de esa conversación.

Admiro a los que saben completar ese espacio. Yo nunca he sabido.

Ejemplos:
- Alguien me encuentra en el metro. Si soy yo el que encuentra, tengo tiempo de pensar, al menos, alguna tontería. Al revés, no.
- Salgo del lavabo y me encuentro un compañero, que acaba de salir del otro.
- Vas a cenar y, por alguna circunstancia, te quedas a solas con quien menos conoces.
- Cualquier situación en que alguien te encuentra por sorpresa.

En el caso de la segunda, si es un compañero "de la broma" digo alguna tontería, eso me sale sin pensarlo.
Pero decir algo medianamente coherente, no me sale.

La cosa va a peor en situaciones conversacionalmente complicadas, por ejemplo si alguien te dice que un familiar cercano tiene una grave enfermedad.

¿Qué le dices? "Vaya, lo siento, seguro que mejorará"... Si, como no baje el de arriba a arreglarlo...

He puesto un caso extremo que es difícil para cualquiera, así que vuelvo a los otros ejemplos.

A mí me pone nervioso no saber qué decir, kikiriskitidiga.

En cambio mucha gente lo hace de forma natural. Es más, les encantan esas situaciones.

A Vicenç, por ejemplo. Incluso le gusta eso de romper el hielo. Yo sólo lo hago para hacer mojitos (¿lo ves? otra tontada de las mías).

Conocí en una cena de gala (cuando profesionalmente era "algo") a un gran conversador (no confundir con conservador), gran periodista y tertuliano de televisión, capaz de hablarte toda la noche de anécdotas de sus viajes por el mundo sin aburrirte lo más mínimo. Pero que, además, sabía escuchar cuando no hablaba él (no como Pepe Rubianes, que decía que si no hablaba de él, se aburría, jajaja).

Aunque mi conversador favorito es un buen amigo, transparente por aquí desde el principio, que hace de su carácter comunicativo (junto a la buena carne, que todo hay que decirlo) la mejor excusa para ir a su restaurante, el Caliu.

Hoy es su cumpleaños.

¡¡ Felicidades, Jordi !!

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Anexo: a petición popular, pongo localización de El Caliu de Finestrelles y el Caliu de Sants regentado por su señora esposa. La diferencia? Tanto Jordi como su esposa son encantadores, grandes conversadores. Sin embargo en el Caliu 2 puedes comer cargols a la llaunaaaaa!!!! Jordiiiii, para cuando en el Caliu els cargols !!!