Día 727. e-fumando e-spero

La otra noche llegamos a casa después de cenar y copear con los amigos.

Entramos al cuarto ropero, nos quitamos la ropa y tuvimos una nueva experiencia.

Y dirás: ¿este post es apto?
Y diré, como siempre que te precipitas: peraaaaaaaaaaa

El caso es que nuestra ropa no olía a tabaco.

Nuestra primera salida después de la nueva ley, diferente.

Para empezar descubrimos una nueva parte del restaurante, la de no fumadores, a la que nunca habíamos accedido, ya que tanto Lucía como algunos amigos, fuman fumaban.

Yo he sido fumador 15 años.

Y dirás: ¿ein? Nunca lo has dicho poráki !

Porque era fumador pasivo.

Hemos tenido 3 negocios con humo. Desde que era bien peque (con 10 años) me he dedicado a tragarme el aire envenenado de los pulmones de los fumadores.

Cuando en verano acostumbrábamos a darle una mano (2 o 3) de pintura a la pared, nos acojonábamos bastante al quitar los cuadros (o almanaques de señoras con poca ropa, eran otros tiempos) de la pared y ver la diferencia entre el color de detrás y el resto. Siempre decíamos lo de "a nuestros pulmones les ha pasado lo mismo", pero por aquel entonces lo de prohibir fumar sonaba a chiste. Tuxuru.

Ahora, respirar tranquilamente mientras desayunas, es otra gozada, porque algunos fumadores no se cortaban en echarte el humo encima del bocadillo. Y en ese momento es difícil moverte.

En mi casa, el 66,6 periodo (o regla) de los habitantes, fuman. Que soy el único que no, vaya. Así que cuando se ponen a echar humo mientras estoy acabando de cenar, cojo mi libre albedrío (y las mandarinas del postre) y me voy a mi despacho, libre de humos (y lleno de comentakas).

A Lucía, los reyes le han traído un cigarrillo electrónico (vía Abel, en plan "deja de fumar tú, que yo lo haré cuando llegue a tu edad").

El cigarrillo electrónico es una pequeña máquina de hacer vapor (a fumar lo llaman "vaporear", yo lo llamaría e-fumar, como e-mail, fumar electrónicamente) que, aunque dicen que tiene pequeñisimas partículas malignas, en principio es casi inocuo.

Y como hecha la ley, hecha la trampa, Lucía, en la cena del restaurante en cuestión, se puso a darle unas e-caladas.

Es una situación curiosísima. Muchos miran mosqueados, pero el humo que sale de él es casi inofensivo, así que no se le puede decir nada (de momento, porque una cosa es el humo, otra los hábitos, que siguen estando y contagiando, por ejemplo, a un menor).

Mi cuñada me contaba un caso que vio la semana pasada en una sala de espera del hospital donde trabaja, con un señor e-fumando y la indignación de algunas personas, que desconocían el aparatejo.

Así que si eres un follonero profesional (o estás opositando a ello) puedes pillarte un e-cigarrillo y ponerte a e-fumar enmedio de un concurrido vagón de metro en plena hora punta.

Es lo que se conoce como e-malaleche.