Día 689. Unplugged

Hoy pasé mala noche

Resulta que mi anquilosamiento delante del teclado de estos días me tiene la cadera loca (que no es lo mismo que loco por unas caderasCLOOONCvale).

El caso (o suceso) es que me embeleso mirando la pantallita, con sus numeritos que vienen van, ahora encajan, ahora no y messi pasa el tiempo sin acordarme de levantarme ni para ir a la nevera.

Cuando me doy cuenta ya es la hora de comer o cenar, que en el segundo caso también coincide con el acabose (como Miguel, el cantante) del día, lo cual me alegra, porque significa que me queda uno menos.

Hoy me había planteado andar un poco por la calle, pero en vista del frío que hace sólo he andado lo justo hasta casa de mi suegra, para comer y volver al calor de hogar, que en estas fechas cobra más significado.

Así que para mitigar el dolor he decidido quitar los abrigos del perchero caro (o bicicleta elíptica) y montarla. A la eli. La elíptica, kicir.

Para no forzar, tanto a la eli como a mi persona, ni siquiera la he enchufao, lo que vendría a ser un unplugged (o desenchufao en castellano, todo lo contrario a mí, que soy un enchufao, jijiji).

No he estado mucho rato debido a mi avanzado estado de buena esperanza (porque tengo la esperanza de oír pronto). El primer día después del desenpolvo (de la eli) no querrás que sude, ¿no?

Y para recuperar sales (no salgo, me quedo, gracias) una bebida de esas para deportistas, entre los cuales, hoy, me incluyo.

Y es que si no me quiero yo...