Día 687. Quieto, sooooo

Comparo el postoperatorio de ésta operación con las anteriores y no tiene nada que ver.

Atún Aún así, me he tomado un poco a la ligera el descanso post-operatorio, forzando mi cuerpo serrano quizá más de la cuenta.

Hoy ejercité demasiado mi masa encefálica, si es que me queda después de tanto agujero postquirúrgico.

El resultado ha sido una descomposición (interna), que ha desembocado en visita al Roca (el dortorl, no, el otro).

No he tenido tiempo ni de desayunar, sólo un ridículo Granini (esta vez dije la marca).

También he salido a la calle, y he notado unos ligerillos mareos en los movimientos giratorios del cabezo. Insisto, nada grave, que no panda el cúnico.

Me siento tirantez en la herida, pero no creo que eso tenga que ver con el esfuerzo mental. Dicen que también es normal que pique.

Ha sido el resultado de un exceso de cálculo para resolver una serie de problemas derivados de mi profesión y una avalanxa vidireccional de emails para solucionarlo, mi única forma de comunicarme.

Y dirás: tómatelo con más calma
Y diré: No sé hacerlo.

Va en mis genes (junto a la Neurofibromatosis de mierrrr) y llevo toda la vida al límite del estrés, o dentro de él sin darme cuenca.

Forma parte de mí y de la personalidá de éste tu Pepe, para tu uso y disfrute, y entre otras cosas es la razón para que leas un post cada día, aunque a veces me haga repetitivo, cansino y aburrido.

Mi cabeza es como una máquina de hacer fardos de paja (con pirdún, por el palabro y por el enlace) que no puede parar, de todo lo que me veo puedo parir alguna maravilla, aunque a veces quede en churro.

Un defecto como otro cualquiera.

Y lo bien que te va.


PS: Y del Barça no pienso hablar.