Día 605. Promesas

"... y yo no miento"

Así rezaba en la etiqueta de un anís que hacen aquí cerquita, junto un mono con cara de listo. No diré la marca.

Y nos parecemos. En lo de no mentir, kicir.

Al menos aquí, en éste loputoblog (ni fuera).

No acostumbro a inventarme las historias (como hace el taxista) sino que incluso llego a provocar situaciones para poder contarlas.

Así, por ejemplo, a la compañera del post de ayer aún no le había preguntado si tenía algún familiar sordo. Tenía pensado un post (tengo una lista que voy haciendo a medida que tengo ideas, para momentos de laguna mental) sobre esas personas (que no gente) que muestran cierto interés en hacerse entender, y me faltaba la respuesta a lo del familiar, que le hice ayer para poder hacer el niupost sin falsearlo.

Lo escribí a la hora de comer, en esos minutos que tengo de soledad y paz laboral, cuando estoy sólo en la agencia, sin ruidos (aunque eso nosotros lo controlamos fácil, quitándonos el mp7).

Hice una promesa, y acostumbro a cumplirlas, o al menos intentarlo, aunque sea tarde (de alguna han pasado ya 105 días, pero la cumpliré)

De vuelta en el metro, horas después, el mozo del asiento de la izquierda avanzaba y retrocedía páginas en su libro (típico del que no se entera de lo que está leyendo), a la vez que pausaba para levantar la vista y controlar el gentío, preferiblemente femenino. Un tío inquieto que me estaba poniendo nervioso con sus roces (por aquello de que "el roce hace el cariño"). Seguramente iba con libro por aquello de hacerse el interesante (algo que comprendí en un trayecto en el que tenía a una chica guapísima leyendo al lado, y precisamente yo, ese día, con la revista "El Jueves". Mierrrr).

Me preguntaba que kñ de lectura llevaba mi improvisado compañero metril, que no se enteraba y eché un disimulado vistazo, dime chafardero.

Me llamó la atención leer "Alex", el personaje femenino (Alexandra, muerta desde la primera página, un papel facilón en caso de una posible película) que en mi libro sale 469 veces.

"Qué casualidad!", pensé.

Ya me puse más curioso y oteé "Fjällbacka", el pueblo donde trascurre la acción de mi libro, también.

"Demasiada casualidad, ya!", repensé.

Salí de dudas al leer "Erica". 724 veces en el mio.

Que eran ediciones diferentes estaba claro, por la forma, sólo me faltaba saber el fondo, porque Camilla Läckberg tiene varios de esta serie, supongo que con personajes y pasajes coincidentes (éste es el primero, por eso "supongo"). Tenía pinta de ser el mismo, "La princesa de hielo".

Salí de dudas cuando lo cerró, con intención clara de bajarse en la próxima. Tenía unos segundos para cumplir mi promesa, pero no sabía cómo.

Aproveché que él pegó un vistazo descarado al mío, imagino que también le llamaría la atención alguna palabra.

Me lancé.

- Parece que estamos leyendo el mismo libro
- Si, mksdf sfdh reu ehg kjdfg
- Vas más avanzado que yo, por eso. Está bien?
- Bueno, sfj kd eritu xc psd, pero está bien
- Si te gustan de este tipo hay otra serie, la de "Nadie lo ha visto", "Nadie lo ha oido" y "Nadie la conoce", de otra sueca
- Me suena, si (con cara de no tener ni puuuuuta idea)
- Y el que es muy bueno es el de "Sé lo que estas pensando"
- No lo conozco
- Uno que tiene unos números muy grandes en la portada
- Ah, lo miraré, sdfkjh (gracias, deduzco). Adeu
- Adeu

Me quedé unos segundos con cara de satisfacción. Si hubiera sido una chica, me llevaría un sartenazo seguro, pero era feliz por haber cumplido mi palabra de lanzarme a hablar por hablar, aún sabiendo que el ruido de fondo no me lo iba a poner fácil.

De repente, me sobresalté
¿Adeu? Mierrrrrrr, si es mi parada también !!!!

Me dió el tiempo justo a salir, corriendo, y al llegar a la calle me noté contento, a pesar de haber faltado a otra promesa, una que le hice a mi madre cuando, de pequeño, me dió un consejo:

"Nunca hables con desconocidos"