Día 563. Dulce compañía

Para muchos Toni es el más serio y respetable de la empresa. Es el que lleva las cuentas junto a su equipo, y alguna vez he oído (cuando oía) que manda más que el jefe. Es el "señor de los eurillos", como lo bautizó Pepo, otro cachondo.

¿Otro? Sí, porque Toni es un cachondo. A pesar de su aspecto, es capaz de pasarse horas contándote chistes. Es raro el día que no suelta alguno. Muchos largos. Muchos malos. Pero es un buen cuentachistes.

Hace 9 años que lo conozco. Entre él y yo hay algo más que compañerismo, es algo casi paternal.

Es raro el día que no se acerca a darme la mano, pellizcarme el moflete o darme un cariñoso beso en la coronilla. Es el único que me pregunta a menudo lo de ¿cómo vas?
Y yo soy de los que valoran esas cosas.

Con los ordenadores es torpe, muy torpe. A menudo se atasca horas en tareas que suelo resolver en segundos.

Siempre se maravilla de mi virtud con las teclas, y siempre le respondo lo mismo: yo tampoco consigo hacer bien una factura nunca. Su torpeza informática es directamente proporcional a la mía contable.

De vez en cuando me pide consejos. El último, si se compraba un iPad o un eBook.

Precio-prestaciones, le recomendé el iPad. Se compró el eBook. Marca "Booq". El más caro que encontró, porque es un caprichoso de cjns (y se lo puede permitir, claro).

Me lo trajo para ponerme los dientes largos (kab...) y para que le cargara "Un mundo sin fín", del Ken Follett (que no es lo mismo que "Kette foll...", nada, nada).

Tardé minutos en encontrarlo por internet (pirate version, of course), pero se lo tenía que adaptar para facilitar la lectura, un proceso laborioso pero sencillo para mí.

Antes de irse a casa pasó por mi mesa a recogerlo. Le estaba buscando más libros.

- Llévatelo y me lo devuelves mañana

Cojjjjjjonudo, pensé

Nunca me han hecho gracia estos eBooks. La pantalla me recordaba a los Nokia de hace 10 años.

Lo probé en el campo de batalla, el metro. Me sorprendió gratamente.

El rollete del poco peso y la comodidad para llevarlo encima, además de poder cambiar de libro, tiene su qué.

Seguramente muchos pensaréis que cómo me gustan los juguetitos estos. Sí, pero, tiempo al tiempo, no tardaremos mucho en usarlos. Igual que hicimos dejando de comprar CDs gracias a internet, lo haremos con los libros (bueno, algunos honrados, que parece que los hay, los seguirán comprando). Ahora son caros, pero pronto los regalarán en los envases del Cola-cao.

Toni ha estado enfermo dos días, y he disfrutado del cacharrito en cuestión, y del libro que llevo a medias: "Nadie lo ha visto" de Mari Jungstedt, otra sueca.

Hoy ha vuelto (jdr, Toni, me veía "cuidándote" el Booq todo agosto !) así que he perdido esa agradable compañía de mis viajes, pasando al papel tradicional. Pobres árboles (una excusa, a ver si me lo compran).

Y dirás: Sí, sí, pero nada como la tangibilidad de llevar un libro, saber por dónde vas, lo que te queda, y presumir de tapa.

Y diré: Que sí, que sí, pero yo lo pongo en la carta a los reyes.

Lo que sí me inquieta: si en un sólo eBook caben miles de libros... ¿qué kñ vamos a poner en las estanterías?