Día 407. Tejeros y novedades.

Lleva unos días queriendo llover en Barcelona, pero debe ser que las nubes miran para abajo y sienten pena de regar la ciudad.

Y dirás: ¿y esa cursilada?
Y diré: ni idea, pero tenía que empezar de alguna forma

Ah, sí, ya sé. Sigo.

Quería decir que hoy me voy a mojar un poco.

Hoy es San Sesién Tencoño.

O lo que es lo mismo, 23F

Un día importante, curiosamente por no haber pasado lo que pudo pasar.

Me pilló con 16 años, en segundo del antiguo BUP.

Yo era un niñato listillo, que no empollón, con la rebeldía y el acné mezclándose en un canijo e imberbe Lozano, más pendiente de superar los estudios que de movidas políticas.

O sea que lo mejor del día fue que no había clase, mientras alguno más espabilao ponía una radio en la que se escuchaba cómo Tejero había forcejeado con el entonces ministro de defensa Gutiérrez Mellado, el cual, a pesar de su edad, resistió en pie.

Por lo demás, un día que recuerdo sin angustias, a pesar de la gravedad de la situación.

Pasaron los años, me salió barba y gané peso. Pero de vez en cuando recuerdo esa fecha, cosa que a nuestros hijos le suena más a chino que Franco. Otro.

Pienso qué hubiera sido de haberle salido bien la jugada al de bigote, cómo hubieran crecido nuestros hijos sin la libertad que tienen (tenemos) hoy en día, aunque los antiguos quieran usar la palabra libertinaje. Recuerdo que malos ha habido siempre.

Cómo sería la televisión, internet, la sanidad pública, la gente.

Cuáles serían los valores, en pleno siglo XXI.

Fue un hecho que cambió la historia del país, la nuestra personal y la de nuestros hijos, que viven felices ignorando la fecha, y hasta el post-golpe, lleno de canciones y chistes al respecto, en cassettes que ocupaban el mostrador de las gasolineras. Somos así.

Y dirás: Vaya post más serio te ha quedao
Y diré: vale, pues ahí va un chistecito del momento.

Tejero le dice a un subordinado: tú, ¡dale una patá en la boca a ese tío!
Subordinado: ¡Pero si es mellado!
Tejero: ¡Pues dásela en los huevos!

El humor de Arévalo. Qué triste se ve ahora.

Aaah, cómo hemos cambiado.

Afortunadamente.