Día 388. ¿Quién dijo miedo?

Llevaba un gusano en el estómago pensando en que no volvería a esquiar más.

Conforme nos acercábamos a la pista el gusano se transformaba en anaconda.

Nos ponemos las botas, cargamos los esquises al hombro y casi me caigo. En seco. Empezamos mal.

Tiramos los esquises en la nieve, nos los calzamos (un ritual típico, como el previo de ponerse el engorroso equipo) y mi cuñado Joan (al que tengo que agradecer su paciencia) me dice "vamos".

- Juer, ¿no nos podemos quedar aquí quietecicos un ratico?

- No

- Ah, vale (mierrr)

Pues allá que hago la primera bajada sordo de mi vida hasta el remontador. Un trozo corto, en el que no lo he pasado nada bien, pues se me iba la cabeza.

Hasta que Joan me dice el truco: "No has de mirar hacia abajo, sino hacia adelante".

- Kuñu, kuñu !!!!! Si puedo esquiar !!!!!! Oleeeeee mis cojines !!!!!

Lucía me confiesa: "No creí que volverías a esquiar" (ke kaaab...)

Pues ale, ¡otro reto conseguido !

Unas observaciones:

- Para evitar que el mp7 se pierda me he hecho un cordelico enganchado a la ropa, porque verlo caer desde el telesilla y hundirse para siempre en la nieve, era algo que me pasaba por la cabeza.

- En el telesilla oímos más. La razón es clara: en una montaña nevada apenas hay ruido de fondo, más que el viento

- En algunos asientos del telesilla, el respaldo es un imán, para "pegar" a los niños con un chaleco especial. Tengo que tener cuidado de que no se me vaya el mp7.

- Hoy sólo hemos hecho tres bajadas porque había mucha "ventrisca" (wkp2: atún al que le ha dado un aire en el vientre), en las cuales sólo me he caído una vez al final. La de "sobrao" que siempre me pasa.

Y la última: visto lo visto hoy, esquío mejor que ando

Eskerri "kaskos"
Nota: si, llevo barba. De tres días. Tres jueves exactamente