Día 375. Técnicas de supervivencia

Ya lo he explicado en otro blog de aquí cerquita, subiendo el sendero a mano derecha, pero lo repito aquí.

Con el tiempo, lo que mejor aprendes a la hora de entender una conversación es la técnica que yo llamo "de Mario" porque la escribió él un día poráki entre decenas de comentarios (localizables todos ellos gracias al Coocle, un poco desaprovechao, el pobre).

La teoría de nuestro comentaka dice que, en un diálogo, no es necesario enterarte de todo, ni interrumpir con muchos “qués”, porque si dejas seguir la conversación, acabas entendiendo globalmente e incluso recuperando lo que no habías entendido antes, que al final es lo que interesa.

Naturalmente si pierdes el hilo, hay que soltar algún "qué" que otro, pero en resumen lo que adquieres con el tiempo es paciencia y dejas de angustiarte por perderte palabras, que sabes que luego recuperas.

En mi caso, el hecho de ir aprendiendo lectura labial inconscientemente, también te da seguridad, de lo que se dan cuenta los demás, que te comentan que oyes mejor, que si bien puede ser cierto, lo que están viendo es que en tus gestos no se aprecia que realmente te pierdes de vez en cuando, o sea que actúas cada vez mejor.

Uno de los campos de batalla que te pone a prueba son lugares con ruido de fondo.
A parte de por el oído, porque te moldea la manera de trabajar el orejo en situaciones extremas y sobre todo tu reacción gesticular en estas condiciones, además de darle más trabajo al finehearing (que si no sabes lo que es, ya te he dicho dónde buscarlo).

Llevo tres días comiendo en restaurantes ruidosos y he usado esta teoría, rebautizada desde ya como "Marioría".

Y he quedado contento, porque salvo un par de veces, el resto lo he pillado bien, no sin una concentración extra, que es inversamente proporcional al vino que quede en la botella (menos vino , más concentración necesaria).

O sea que como decía Leticia la friki (no la asturiana):
Al Marioría, alegríiiiiiia