Día 356. Evolucionando favorablemente

Esta mañana hemos ido a comprar un teléfono móvil a mi suegra y le hemos comprado un Samsung libre por 30 euros.

La frase, que así a simple vista (mejor dicho, leída) parece un simple chafarderío más de mi vida, propio de un Gran Hermano (o de un blog que se escribe a diario) encierra un profundo análisis de la evolución de ésta nuestra especie.

No es que esté diciendo que mi suegra evoluciona favorablemente, aunque si te pones a pensar, el simple hecho de que las personas mayores con dificultad para manejar este tipo de cacharrerías, tengan uno, ya es para estudiarlo.

El caso es que esta última década se ha caracterizado, entre muchas cosas, por la espectacular progresión de los terminales telefónicos, uséase los móviles.

Desde los principios en que llevar uno encima era síntoma de chulería y sólo al alcance de unos pocos, hasta la fecha, la cosa ha cambiado bastante como muestro en esta imagen de los que he tenido.

Tener algunos de ellos me ha atado a un contrato de permanencia por muchos meses en los que las compañías se van descontando, a base de llamadas, el precio del aparato.

Hoy, por 30 euros puedes comprar, libre, uno de esos móviles que hace pocos años serían la envidia del vecindario.

A parte de las prestaciones que se van añadiendo a cada modelo.

¿Y a dónde quiero llegar con esto?

Pues a que los cocleados dependemos de un cacharro en el orejo vinculado directamente al desarrollo de la tecnología, de los microchips y de las baterías (como los móviles).

Vivimos con un oído puesto en el mp7 y un ojo (porque el otro oído no chuta) mirando de reojo cómo evoluciona el tema.

Por desgracia la cosa no evoluciona tan rápido como con los teléfonos (algo relacionado con la producción) y, aunque los próximos años tengo que exprimirle todo el jugo a mi Opus 2, no puedo dejar de informarme de vez en cuando de cómo está el tema de los implantes totalmente implantados (los que no se ve nada por fuera) o de los nuevos modelos de la marca.

Yo por si acaso, en la carta de los Reyes, me lo voy pidiendo.