Día 274. El día después

Después de 3 días en una nube es difícil bajar a la tierra.
Se hace complicado volver a la rutina.
Mirar a los orejos de los que tengo alrededor y ver que son normoyentes, que estoy en el mundo de ellos y no en el país del orejo escaso.
La gente habla sin “qués”.
No giran la cabeza, buscando la menor distancia entre la boca y el audi, o el emepesiete.
Es el mundo de la mayoría
De la que vive ajena a las complicaciones auditivas, aunque quizá tengan otras, y a lo mejor más graves.
En las kedas del gremio del mp7 no hay apenas silencio. Curioso.
Hay un hilo común en las conversaciones, que hace que el tiempo sea relativo, todo pasa demasiado deprisa.
Acabas de comer y se te ha hecho la hora de cenar.
Los emepesietes y audis echan humo.
Cuando toca andar, no podemos dejar de hablar, para complicarlo más, ya que nos es difícil hacer las dos cosas a la vez y mantener la dirección.
Y las kedas se hacen cortas.
Me satisface ver animados a los que se van a implantar pronto.
Y me acuerdo de los que, teniendo un problema auditivo, se empeñan en seguir como transparentes.

Hoy, al comentar el finde, un buen amigo me ha dicho:
“Pepe, no sabes lo que estas ayudando con el blog”.
Es posible, pero yo también estoy aprendiendo mucho.

Y gracias a ello, a pesar de mi metro noventa, sigo creciendo.