Día 267. Me ha ocurrido ...

A las 7:15 recibí el primer codazo de Lucía. Hoy no valía esperar al segundo, eso solo pasa los lunes, que puedo quedarme los “10 minutitos” de más.

Ducha, desayuno, prensa webera y listos para estar al amparo del tráfico barcelonés tres cuartos hora. Hoy “amparo” se ha pasao, y llegamos a la hora de sufrimiento.

Al llegar me sumerjo en mis líneas de programación. Mis compañeros se mueven alrededor hablando un idioma que no entiendo, parecido al taiwanes.

Hago un kitkat para bajar a hacer un bocata. Como casi cada mañana, de butifarra. Catalana. Y un Trina que ya me ponen sin que pregunte. Tres con cuarenta. Si es de ibérico, un euro más.

Vuelvo a mis líneas. Y no me sale. Y me paso el día entre 30 escasas líneas de hachetéemeele buscando el error, que hoy se me resiste.

Segundo kitkat. Necesito salir de estas malditas líneas.

Me cojo el “Mauricio” y me siento a degustar el menú de diez euros de “El Racó d’en Jacob”.

Lucía (la mía no, la del Jacob) toma nota. De primero Gazpacho. De segundo Pollo al curri. Me pregunta que si “lksdfj fsdj psdfk”. Haciendo caso de la deducción rutinaria le digo que “un agua fresquita”. Me estaba preguntando si quería pan.
Cagada sordística por Pepelissssto.

Acabo el melón. Pago y hago un parkout en el parque junto a la iglesia.

Toca sombra otra vez. Mejor. Hoy pica el Lorenzo.
Campana. Campana. Campana. Las tres.

Me sumerjo en “Mauricio” y me adentra en el extraño mundo de las miserias de la política por dentro y los de abajo de todo de las listas. Los de guerrilla, y no me refiero a Alfonso. No me gusta ese mundo, pero reconozco que la curiosidad me engancha. Campana.

El airecico y el resopón de la comida me nublan la visión y cae alguna cabezadica, que me estropean las "repeticiones" en el estómago del ajo del gazpacho y el curri del pollo.
¿A quién se le ocurri?

Campana. Y media. Hay que volver al curri.
Vuelvo a mis líneas y se me pasa la tarde entre ellas

Las siete y cuarto. Fin. Voy a por Lucía

Las ocho en casa. Me dispongo a escribir esto y mientras lo hago me doy cuenta que han pasado 13 horas de mi vida.

13 horas con la única emoción de cruzar la calle Aragón curriendo con Johnny Walker parpadeando.

13 horas menos. 13 canas más.

Afortunadamente, esta semana, se agradece