Uno de los daños colaterales de mi situación auditiva es mi relación con los camareros/barmans. Es un colectivo difícil de escuchar, mayormente (como diría Fiti, el de los Serrano, no el de los Fitipaldis) porque siempre va acompañado de mucho ruido de fondo. Cuando estamos sentados en una mesa con más gente, acostumbra a pasar que alguno de nosotros hace algún comentario gracioso al camarero y el susodicho le sigue el rollo.
Aquí se pueden dar dos situaciones:
1.- Sigo la corriente, me río intentando sincronizarme con el resto de los comensales. Si me sale bien, quedo como un señor.
2.- Pongo cara de tonto porque no me entero, a lo que el camarero puede pensar: "mira estos que graciosos y el largo este que serio y soso es".
Dependiendo del grado de sobriedad, puede darse una u otra.
Si llevamos ya unos vinitos/chupitos se acostumbra a dar la 2.
Por aquello de que los niños y los borrachos dicen siempre la verdad.
sábado, 14 de marzo de 2009
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