Día 355. Roberta

Repasando por cuestiones de mantenimiento los primeros post, encuentro algunos en los que me sorprendo recuperando algunos sonidos perdidos.

Hace tiempo que no lo hago. No quiere decir eso que ya oiga la mar de bien, más quisiera yo. Pero me he apelmazado en el conformismo de pensar que si algo no oigo, ya lo oiré el día menos pensado.

Y he dejado de darle importancia a estos descubrimientos sonoros, quizá haciéndome el chulo inconscientemente de ser ya todo un veterano.

Veterano de la sordera, claro.

La verdad es que ya no me sorprendo al recordar de nuevo los sonidos que abandoné hace un año.

Y debería hacerlo.

Debería agradecerle el trabajo bien hecho al mp7, cuando lo hace bien, claro. Como si fuera un operario al que tengo que motivar para que haga bien sus próximos trabajos.

Hoy lo he hecho.

Al ir a tirar la basura he vuelto a oír el desagradable graznido de una especie de cacatúa que hay en el barrio y que no reconocía desde antes de mi desconexión.

Y me he quedado quieto hasta oírla unas cuantas veces más, asegurándome que no era otra cosa.

Roberta, que así la he bautizado cariñosamente, me ha devuelto la confianza, porque el camino se hace pasito a pasito, lo que se me había olvidado en mi prepotencia de experto coclear.

Siempre me he preguntado en que caería en el calendario “el día menos pensado”.

Espero que haya más, pero hoy, 2 de Enero, es uno de ellos.

Gracias, Roberta