Día 481. Cositas sueltas

Tengo cosas en la cabeza por contar, de distinta índole y no consigo encontrar un hilo conductor, como mucho un hilo dental, pero no tiene carné de conducir (es malo, lo se), así que las suelto a cascoporro.

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Una situación típica. Todos están hablando a la vez y tú intentando pillar las conversaciones mirando bocas.

Hoy, mientras intentaba descifrar los labios de una amiga (uy) se dirige a mí y yo le contesto: no sé de qué habláis.
 
Me dice: ah ! como te quedas mirándome.

Entre nosotros: puestos a elegir bocas, prefiero del sexo contrarioCLOOOOONCvale

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Pilar, del blog amigo Cuestión de sordera  me hizo un regalito en Sant Jordi que se me pasó agradecerle. Aprovecho para hacerlo ahora y prometo pensarme otros diez blogs amigos para seguir la cadena.

Gracias Pilar

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Anoche fuimos Tere, Lucía, Abel y yo a ver a Aida.

Está muy bien, muy simpática y optimista. Está muy arropada por su familia y estoy seguro que con ese carácter remontará esta dificil situación.

Tiene un daño colateral: se le secan los ojos.

Le han robado las lágrimas y eso es una putada, te lo digo yo.

Sus ojos tiene mas sed que su boca. A ver como se soluciona.

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Cuando un normoyente se dirige a un pocooyó, o sea a un cokleata, quicir (quiero decir en pepeñés), lo normal (valga la rebuznancia) es que lo haga gesticulando más de lo habitual.

Ocurre que la mayoría han tenido que aprender sobre la marcha esta especie de lenguaje sin nombre, diferente, para ponernos las cosas más fáciles.

Pero, al ser improvisado, es como jugar al tabú, a las películas o cualquier juego de gestos.

Me llama la atención que siempre que hablan de un número (corto) hagan el gesto con los dedos. Los números es de lo más fácil de entender por nosotros, con lo cual el gesto digital casi llega a representarse una vez ya lo hemos entendido.

Aunque, encima que se esfuerzan, no seré yo quien les diga que no lo hagan.

Faltaría más.