Día 377. Andakesi

Anoche me dirigía al Mercadona, un super que tengo a unas 3 manzanas de casa.

Y dirás: ¿a comprar manzanas?
Y diré: no, peraaaaaaaaaaaaaaas

Tenía dos opciones al salir de casa: hacia la izquierda por una acera estrecha, oscura e irregular, o hacia la derecha, por un pasaje recién hecho, uniforme y bien iluminado.

Y dirás: no serías tan tonto de…
Y diré: fui, fui,…

Ni me acordaba que tenía esa nueva opción.
Como siempre, iba por la calle mirando los mensajes del móvil, mayormente alertas de que hay nuevo comentario aquí.

Os podéis imaginar la escena: poquísima iluminación, acera con más baches que una carretera de Zimbaue, andando y mirando al móvil.

No sé si venía alguien detrás, pero seguro que hubiera pensado que no pasaba un control de alcoholemia.

En mi zigzagueo le di una buena patada al candado de una persiana, que por suerte fue con el callo de la planta del pie (que todavía se queja), sino estaríamos hablando seguramente de dedo roto.

Pensé: Anda, que si le doy con el meñique…

Y es que esta vida está llena de “andakesis”, que sólo ocurren en nuestra imaginación.

Como dijo Chema, es posible que en otra dimensión cuántica (cuantico sabe el maño) ahora vaya con un pie escayolao como el abuelo Cebolleta, pero en ésta sólo tengo un dolor de cojines que espero sea menor mañana.

Andakesi le doy el SÍ al doctor E (al que operó a mi madre). Entonces éste blog no sería “diario de un implantado coclear”, sino de sordos con NF2.

Me ha sucedido en alguna ocasión cruzar el semáforo de peatones en rojo y al llegar al otro lado soltar un “andakesi viene un coche”.

Creo que al del otro nivel cuántico lo tengo bastante puteadillo.

Espero, por su bien, que sea un gato.



PS: Las "gafas cuánticas" eran de “El sexto día”. Gracias Enrique, tendrás chapa.



PS2: Tenéis una nueva forma de decirme si os gustó el post. Por favor, usadla. Me ayudará a mejorar.