Día 58. Placebo y yo

A veces escucho lo que no escucho y/o oigo lo que no oigo. Por ejemplo: tema ambulancias. Las ambulancias me ayudan a ver mi evolución a nivel de ruidos (las palabras es otro tema más complicao). Al principio me sonaban como un pato. Ahora soy capaz de discriminarlas. Ayer sin ir más lejos la escuché desde dentro del coche, con la radio puesta (no para mí, claro) casi antes que Lucía.
Pero todavía no las oigo bien. Me explico. Una ambulancia hace "taRIra, taRIra". Para mi hace "tarara, tarara", plano, sin subidas y bajadas. Al igual que en un piano (virtual, no os creáis que tengo uno en el salón) oigo todas las notas iguales.
Y ahora voy a lo del placebo. El otro día oigo un "taRIra, taRIra". Digo: "Cáspita!" (realmente dije coño, pero no se pueden decir palabrotas en este blog). Y me paro a "escucharlo" mejor y oigo de nuevo el "tarara, tarara" plano. No hace mucho en el gimnasio me quité el mp7, lo dejé en la taquilla, cerré la puerta y eché la llave. Digo: "recáspita! (cojones) si me ha parecido oir la puerta y el cierre" (con el mp7 quitado).
Según mi "Pepeteoría de la Conspiración Sensorial versión 1.0" los sentidos nos engañan constantemente. ¿Porqué mi cabeza para escuchar tiene que recuperar patrones perdidos? Por eso, porque son patrones y ya existen. ¿No puedo crear nuevos?. ¿Porqué a un prelocutivo (sordo de nacimiento) o a un niño/a le cuesta más aprender a oír con implante? Pues eso, porque no tienen patrones.
Y donde manda patrón, ¿no manda emepesietre?.